El argumento de The Railway Man nos habla de la pasión de Eric Lomax por los trenes. En un irónico giro del destino, fue capturado por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, y enviado a Tailandia como esclavo para trabajar en la línea de ferrocarril de Siam. Dicho proyecto provocó un verdadero genocidio, en el que murieron más de 250.000 hombres hasta su penosa consecución. Lomax consiguió construirse un aparato de radio y en secreto dibujó un mapa de la línea de ferrocarril.
Durante su estancia, Lomax sufrió las más brutales de las torturas e incesantes interrogatorios. En medio de esa situación estaba el joven soldado japonés Takashi Nagase, encargado de traducir las preguntas que sus captores le hacían, así como sus respuestas. Cincuenta años más tarde, Lomax buxó a Nagase para reunirse con él en una colina con vistas al puente que cruzaba el río Kwai. Lejos de plantearlo como una venganza, lo que quería era una reconciliación.
The Railway Man se presenta como una extraordinaria historia real de perdón. Un testimonio del gran valor que impulsa el recuerdo, y finalmente, la paz con el pasado. Una autobiografía de guerra clásica. De la capacidad de superación humana para el perdón.
Un proyecto interesante para una Nicole Kidman cuya carrera en el mundo del cine quedó bastante tocada por varias malas elecciones profesionales.
