Y ahora parece que Drew Barrymore se anima a confesar también detalles sórdidos de su vida con las drogas.
Drew Barrymore siempre sufrió por haber sido una niña prodigio, y su forma de superar todo lo que se le vino encima a raíz de su éxito en E.T fueron las drogas. Y ha decidido hacer un análisis, público, de esa etapa de su vida, negra, para la revista W. Barrymore se dio al alcohol y a las drogas a la temprana edad de nueve años; ya a los doce tuvo que ser ingresada en un centro de desintoxicación, algo que la marcó para siempre y algo de lo que la actriz se resistía a hablar hasta ahora.
Pero a raíz de su nueva película, Grey Gardens, que le ha hecho recordar estos duros momentos por los que pasó, ha decidido hablar como terapia de choque, para demostrar que está superado y que hay que seguir adelante:
“En el centro de desintoxicación era infeliz la mayoría del tiempo; me aislaba mucho. Sin embargo, con el tiempo vi que era una forma de volver a nacer, de volver a vivir otra vez.”
Y agradece gran parte de su recuperación a su madre, quien en su día, fue la que le ayudó a dar el gran paso de desintoxicarse en un centro aunque, según ha confesado en la entrevista, ya no mantienen relación alguna. Han perdido todo el contacto, igual que con su padre:
“Con mi padre tampoco hubo al final buena relación. Me duele, porque le cuidé sus últimos días, estaba muy débil (tenía cáncer de médula ósea). Sin embargo, siempre fue un hombre frívolo y distante, muy egoísta, que sólo miraba por él. Mi forma de verlo afectó, estoy segura, a mis relaciones con los hombres.”
y claro, como no, habla también de su vida sentimental que, por desgracia, tampoco es que haya sido un camino de rosas. Dice que su primer amor, o su amor más importante, fue Fabrizio Moretti, componente de la banda The Strokes, con quien terminó en 2007, para más tarde comenzar a salir con el actor Justin Long, relación que también acabó de forma definitiva en julio del pasado 2008.
Pero ya se sabe que de todo se sale, así que Drew, animo y adelante, que las malas rachas acaban pasando.
